El párroco de Gaza, uno de los dos únicos sacerdotes de la Franja, da gracias a Dios por la tregua, pero advierte de que «hace falta trabajar en la reconciliación» para que no se vuelva a reproducir la violencia en el futuro.
¿Cómo valora la tregua? Damos gracias a Dios por la llegada de la tregua. Dios quiera que la respeten ambas partes. Pero el fin de la guerra no es suficiente, hace falta rezar y trabajar por la reconciliación, el perdón, la justicia y la paz. Sobre todo, recemos por palestinos e israelíes.
¿Qué ocurrió en los días previos al alto el fuego? Los bombardeos eran continuos. Las bombas caían noche y día. Cuando teníamos que salir por alguna urgencia, no lo hacíamos los dos sacerdotes juntos porque, si pasaba algo, al menos quedaba el otro. El último balance habla de 243 muertos: 66 son niños, 39 mujeres, 17 ancianos. La mayor parte de las víctimas son civiles que han sido bombardeados en sus casas. Conocemos el caso de una familia de diez miembros donde solo han quedado vivos el papá y un bebé de 5 meses. Es terrible. También hay 1.910 heridos y unas 40.000 personas han perdido su residencia.
¿Cómo ha vivido la población este nuevo enfrentamiento? La población ha sufrido mucho. Hay miles de desplazados. Lo hemos vivido con incertidumbre y tristeza. A uno se le pone un nudo en la garganta cuando ve situaciones de impotencia en las que no puede hacer nada. De todas formas, la gente por aquí tiene una gran fortaleza. Son gente muy probada. Han vivido cuatro guerras en 15 años.
¿Hay algún muerto dentro de la comunidad católica? Gracias a Dios, no. Hay muchas casas dañadas y al menos una ha sido totalmente destruida. La señora que vivía dentro pudo salvar la vida porque el Ejército de Israel avisó del bombardeo. Muchas veces avisan, otras veces no. También ha resultado afectado el convento de las hermanas del Rosario. No fue bombardeado directamente, pero cayeron bombas a escasos metros del muro de entrada. Se reventaron muchas ventanas y puertas, y las que no se rompieron no se pueden abrir porque ha cedido parte del terreno.
¿Qué han hecho los católicos ante el conflicto? La Iglesia ha ayudado muchísimo. Lo primero que hemos hecho es estar aquí, en esta tierra, ofreciendo el santo sacrificio. Imploramos la paz, la justicia y el perdón, y esto es algo bien efectivo. También ayudamos con los distintos pronunciamientos, en los que damos a conocer la situación de una manera realista y equilibrada. Condenamos todo acto de fanatismo, de terror, ya venga de las milicias de Gaza o del Ejército de Israel. Para nosotros, la vida de palestinos e israelíes vale lo mismo»
Por último, estamos preparando una de las tres escuelas que tenemos aquí para acoger a refugiados civiles cuando las autoridades nos lo pidan. Ya tenemos con nosotros a seis familias cristianas que vivían en zonas muy bombardeadas. Además, estamos visitando a los enfermos y a los mayores.
Bio Romanelli pertenece al Instituto del Verbo Encarnado. Lleva 25 años en Oriente Medio. Hace dos años fue nombrado párroco de Gaza, donde solo hay 133 católicos. «Si contamos al resto de cristianos, somos 1.077 personas en medio de dos millones de habitantes, en su mayoría musulmanes». Es una comunidad pequeña, pero activa: «Tenemos las tres mejores escuelas de Gaza y varios centros de salud».
27 de Mayo de 2021 José Calderero de Aldecoa Foto cedida por el padre Gabriel Romanelli
“El encuentro con el Papa Francisco, el Jubileo Guadalupense, y la importancia de la oración en la vida del cristiano”, son algunos de los temas al centro de la entrevista con Monseñor Francisco Cerro Chaves, Arzobispo de Toledo y Primado de la Iglesia en España.
Ciudad del Vaticano, 16 de mayo 2021.- “Lo que el mundo necesita es a Cristo, también necesita testigos que estén enamorados del Señor en su Iglesia y, necesita hombres y mujeres desde sacerdocio, la vida consagrada, los laicos, que trabajen para ser Buena Noticia para los que sufren”, lo dijo Monseñor Francisco Cerro Chaves, Arzobispo de Toledo y Primado de la Iglesia en España, comentando su reciente encuentro con el Papa Francisco en el Vaticano, y recuerda que, la misión de la Iglesia de todo tiempo es evangelizar, es decir, anunciar al mundo que Jesucristo nos ha revelado el amor del Padre y el que nos da su Espíritu en Pentecostés para que nuestra sociedad tenga vida y la tenga en abundancia.
Entrevista a Monseñor Francisco Cerro Chaves
La toma de posesión de la Arquidiócesis antes de la pandemia R.- Puedo decir en plan así un poco, si quieres, un poco realista, pero también un poco jocoso, que soy el Arzobispo de la pandemia, porque nada más enseguida a la toma de posesión, que fue el 29 de febrero, unos días después comenzó la pandemia y prácticamente hemos estado confinados y hemos tenido que adaptar toda la pastoral, en esos momentos siguiendo por supuesto la normativa sanitaria. Es verdad que ha sido pues prácticamente todo este tiempo que pedimos a Dios que salgamos de esta situación dramática, sin lugar a dudas que vive toda la humanidad.
El lunes 10 de mayo ha tenido la audiencia privada con el Santo Padre. ¿Podría comentarnos cuál fue el motivo de su visita? R.- Como por motivo de la pandemia, no pude recibir el palio que te entrega el Papa, es verdad que luego el Nuncio es el que te lo impone en la Catedral, pero es el Papa el que te entrega y no pudimos asistir. Cuando el Cardenal Pietro Parolin, estuvo para ordenar a un Nuncio en la Catedral, se lo pedimos y le dijimos que tenía mucho interés en poder estar con el Papa, pero nunca pensar en una audiencia privada. Y bueno, es esto lo que nos ha regalado el Papa Francisco que ha sido tan maravilloso. También estaban allí, el Presidente del Gobierno de Castilla – La Mancha y la Alcaldesa de Toledo y le pidieron que si podían hacerlo asistir y así fue. Hemos podido estar, pues, una hora larga con el Papa Francisco, ha sido una experiencia preciosa de comunión de cercanía y hemos quedado realmente muy gratamente sorprendidos por la gran capacidad que tiene el Papa de comunicar y de transmitirnos, por una parte, su amor a Jesucristo, su amor a la Iglesia y, por otra parte, un hombre que está profundamente enraizado en los problemas que existen en la humanidad.
El Papa y Monseñor Francisco Cerro
¿Monseñor Francisco podría comentarnos como ha sido el encuentro con el Papa Francisco? R.- Ha sido un encuentro cordial y de profunda comunión. Le hemos regalado al Papa Francisco como tres presentes. El primero, ha sido la Virgen de Guadalupe de Extremadura que esta en el Año Jubilar, una preciosa imagen que, la Comunidad de los franciscanos de Guadalupe la han cuidado para que este lo más hermosa posible dentro de su sencillez. Después, le hemos regalado al Papa cerámica de Talavera con una imagen evangélica que al Papa también le ha impresionado mucho. Y luego, hemos querido compartir su servicio a los más pobres con un donativo que ha hecho la Arquidiócesis como signo de esa comunión entre las Iglesias, especialmente con Roma.
¿Cómo se viene desarrollando el Año Jubilar Guadalupense y hasta cuando se ha prorrogado este tiempo de gracia? R.- La verdad es que está siendo un éxito muy grande, porque es verdad que hemos estado también con la situación de la pandemia, pero podemos decir que hay miles y miles de peregrinos. A pesar que últimamente ha vuelto a ser confinado el Pueblo de Guadalupe, qué es el pueblo donde está el Santuario de la Virgen de Guadalupe, como dicen allá “La Morenita de las Villuercas”, pero la verdad es que muchísima gente esta respondiendo a está llamada y el Papa Francisco también nos ha prorrogado un año más. Por tanto, no termina como se pensaba en septiembre, sino que, si Dios quiere, estaremos hasta septiembre del año 2022. Por tanto, animamos a todos a seguir esta peregrinación porque es una oportunidad de peregrinar a la Casa de la Madre, para que nos presente a su Hijo, que es la riqueza de la Virgen, Jesucristo, para que sea un lugar de sanación y podamos recibir el perdón de los pecados, recibir la Eucaristía y también pidiendo por el Papa ganar está gracia jubilar.
Arzobispo de Toledo entrega un presente al Papa
El Papa Francisco está desarrollando un ciclo de catequesis sobre la oración y también Usted va desarrollando una serie de catequesis sobre la oración a partir del Catecismo de la Iglesia Católica. ¿Cuál es el significado y la importancia de la oración en la vida de la Iglesia y del cristiano? R.- La sintonía con el Papa Francisco es total, afectiva y efectivamente. Me siento muy en comunión con él y me ha parecido un auténtico acierto el tema y la profundidad con que está tocando el tema de la oración. Entonces, yo también cree al inicio de mi vida Pastoral, en pleno confinamiento, una Escuela Diocesana de Espiritualidad, donde también vamos por 30 catequesis sobre el tema de la oración y la vamos desarrollando siguiendo el Catecismo de la Iglesia Católica, en la Parte Cuarta. Hay una sintonía total porque, la oración es el alma de la vida y ya el famoso libro de el alma de todo apostolado se refería a la oración. En el fondo, la oración es vivir con los sentimientos del corazón de Cristo y esos sentimientos que vives, los sentimientos del corazón de Cristo, transforma en tu vida y hacen que tu vida, incluso esa evangelización que tanto nos cuesta, cuando no está lleno de Dios es capaz de transmitir la gente.
¿Dónde se puede seguir las catequesis de la Escuela Diocesana de Espiritualidad? R.- Están siempre en el canal diocesano, en Radio Santa María los sábados a las 18.00, pero luego lo vuelven a poner después por la noche y constantemente en YouTube pueden acceder para seguir estás catequesis escribiendo: “Francisco Cerro, Escuela Diocesana de Oración”. Hay muchas catequesis y están siendo bastante seguidas, hay muchísimos miles de personas que nos siguen, y animamos a que participen en esta realidad porque nos parece que puede hacer muchísimo bien el descubrimiento en profundidad de la oración cristiana. Lo que yo explico es la oración cristiana que tiene su propia realidad es porque es por Cristo con él y en él.
Delegación de Toledo en audiencia con el Papa
Un aspecto positivo de la pandemia, ha sido que, durante el confinamiento, las personas han re-descubierto la espiritualidad. ¿Cómo hacer para colmar la sed de Dios que tiene la gente? R.- Creo que la gente tenía hambre de Dios, hambre de ir a la celebración de la Eucaristía, hambre de volver a visitar los templos, hacer una visita al Sagrario, el encuentro fraternal para sentir el calor de nuestra fe, que no es virtual sino presencial, o sea, exige la presencia. De verdad, de otro lado, a través de los medios nos hemos dado cuenta de que potencial tienen estos medios para llegar a la gente. He visto por ejemplo que, un retiro mío llegó a unas 30.000 ó 40.000 personas, esto es una cosa que nunca se podía pensar, un retiro y que conectan de pronto casi 40.000 personas, significa que la gente tiene hambre de Dios, tiene hambre de conectarse y tiene hambre de llegar. En estos momentos tan complicados que han tenido de pandemia, no sabía dónde acudir, ni sabían cómo alimentar su fe. Este domingo que celebramos la Jornada de Comunicación, de los Comunicadores cristianos, el domingo de la Ascensión del Señor, creo que esto ha venido para quedarse en los medios de comunicación, el servicio de las redes sociales, los YouTube, el canal Diocesano, la radio, etc. Creo que todo esto hace una labor impresionante de poder transmitir a la gente la fe a través de estos medios que son el areópago de hoy.
Monseñor Francisco, ¿qué notas nos dejaría para la Iglesia de hoy a partir de los desafíos que vemos en este contexto mundial? R.- Creo que como siempre, la Iglesia tiene una misión, decía Pablo VI en Evangelii Nuntiandi, qué es evangelizar, solo existe para evangelizar. Con palabras más sencillas, para decirle al mundo que Jesucristo le ama, qué es el Salvador, el Redentor, y que Él es el que nos ha revelado el amor del Padre y el que nos da su Espíritu, como estamos esperando en Pentecostés, para que verdaderamente nuestra sociedad tenga vida y la tenga la abundancia y eso es Jesucristo. Yo le diría que evangelicemos a través del Papa Francisco, con ese acompañamiento a tantas personas, con ese salir a las periferias, con esos salir en la intemperie de tantas y tantas personas que sufren. Lo que siempre creo que será eficaz, sería la profunda oración en la contemplación vivido en ese clima de fraternidad, como decían de los primeros cristianos, miren cómo se aman y con un servicio a los más pobres.
Creo que como que no seamos capaces de integrar y tiene que ser así, toda la caridad y todo el servicio a los más necesitados, probablemente a nuestra evangelización le faltará algo. La pandemia ha dejado muchísimo sufrimiento, ha dejado mucha gente tocada, mucha gente tarada, mucha gente con problemas, serios, psicológicos, psíquicos, espirituales. Creo que la Iglesia tiene que ser eso que dice el Papa Francisco, tiene que ser “un auténtico hospital de campaña” donde cure y ayude a toda esta gente que vive y que tiene tantos sufrimientos. Con María nuestra Madre, en este tiempo de mayo, Ella fue también la que vive en el Cenáculo y evangeliza desde luego, poniendo toda su vida al servicio del Evangelio con sus “si” incondicionales.
La viuda del periodista José Luis López de Lacalle, asesinado por ETA el 7 de mayo del año 2000, sabe que «seguir a Jesús de Nazaret no es fácil», pero hoy afirma que «ya he perdonado y puedo rezar el padrenuestro completo»
13 de Mayo de 2021.- Hoy ya no es catequista de su parroquia de Andoáin «porque ya quedan pocos niños», pero Mari Paz Artolazábal siempre ha estado implicada en la vida cotidiana de la Iglesia, en Acción Católica y otros grupos. «En mi casa rezábamos el rosario todos los días. Yo he recibido la fe de mis padres, y creo que nunca podré agradecérselo lo suficiente», asegura. El 7 de mayo del año 2000, dos cachorros de ETA mataron a su marido, José Luis López de Lacalle. Cuando en el portal de casa se encontró con su marido muerto, su único asidero fue aquella herencia que le dejaron sus mayores: «Mi vida han sido la fe y Dios, y ha sido eso lo que me ha salvado durante todo estos años».
La viuda de López de Lacalle (derecha) y Maider Laínez, alcaldesa de Andoáin, recordaron al periodista el 7 de mayo. (Foto: PSE-EE de Gipuzkoa)
Su marido fue militante del
Partido Comunista, fundador de Comisiones Obreras, intelectual comprometido…
¿Cómo era José Luis en casa?
Igual que en la calle: una buenísima persona, un buen padre y un buen marido.
No podía soportar ver una injusticia. Siempre estaba preocupándose por el que
menos tenía. Era socio de Cáritas y de otras ONG. No podía ver sufrir a la
gente y era muy generoso. Había recibido una educación religiosa en su casa y
eso se notaba.
¿Qué le pasó a usted por dentro
después de aquel 7 de mayo? ¿Se rebeló o rezó más?
Rebelarme nunca, porque de lo que hagan los hombres no tiene culpa Dios. Él nos
ha dado libertad a todos. Yo nunca me rebelé. Eso sí, me costó rezar completo
el padrenuestro, sobre todo el momento del perdón.
¿Y hoy?
Hoy ya lo puedo rezar entero. Hoy ya he perdonado. Nos ayudó gente de Iglesia,
sacerdotes y otras personas, con charlas y demás. Pero la ayuda sobre todo me
vino de arriba. Eso lo tengo clarísimo. Dios es amor, y no somos nosotros los
que vamos a Él, es Él el que viene hacia nosotros. ¿Quién nos conoce mejor que
Él? Nadie.
¿Qué le pasa por la cabeza
cuando piensa en aquellos que mataron a su marido?
Entonces eran unos chicos, uno de ellos tenía la misma edad que mi hijo. Me dan
pena. Han echado su vida por la borda. Y no solo la suya, también la nuestra.
Siempre me acuerdo de Jesús de Nazaret, que iba perdonando, sanando y amando y
que, cuando estaba en la cruz, murió perdonando. Si quiero ser seguidora de
Jesús, no puedo hacer otra cosa que lo que hizo Él. Aunque soy consciente de
que hacerlo a veces no es fácil.
La Escritura dice que Dios
guarda todas las lágrimas en su odre. ¿Dónde están las suyas?
Yo he llorado mucho. A mí me ha gustado siempre cantar. Es algo de familia;
tengo parientes que han sido compositores. Pero cada vez que iba a Misa, en
cuanto sonaba una canción, rompía a llorar. Lloraba y lloraba todo el rato.
Muchas veces me he acordado de la Virgen. En mis soledades la he tenido muy
presente. Con todo lo que pasó su Hijo, ¿cómo no iba a sufrir? Ponte en su
lugar. Pero los creyentes sabemos que en el Calvario no acabó la cosa. Al
tercer día resucitó…
Tiene dos hijos. ¿Cómo han
vivido ellos todos estos años?
En mi casa no hay odio. Mi hijo incluso llegó a hablar con un miembro de ETA
arrepentido, de otro comando, uno con el que yo también hablé. Este
hombre llegó a decirme que si pudiera volver años atrás, lo haría. La gente
debería tener otra oportunidad en la vida. Cuando al acabar la conversación mi
hijo y él se dieron la mano, di gracias a Dios.
Entonces, ¿es posible el perdón?
No solo es posible, sino que es necesario. Repito: es necesario perdonar. La paz interior que sientes cuando perdonas… ¿Tú
sabes lo que es? Eso es un tesoro. Me gustaría que mi testimonio ayudase a la
gente que no puede perdonar. Si a nosotros Dios nos perdona todo, ¿cómo no
vamos nosotros a perdonar?
El mismo paraguas de color rojo
Ese 7 de mayo del año 2000 lloviznaba en Andoáin, y a José Luis López de Lacalle no le gustaba que se le mojaran los periódicos. Así que el paraguas rojo que fue testigo de su asesinato se quedó abierto hasta que alguien, posiblemente un ertzaina, lo cerró horas más tarde.
Esa imagen se ha quedado grabada en la retina
de muchos, como si ese objeto estuviera ahí para desmentir la tormenta de dolor
y violencia que yacía a apenas un metro de distancia.
El escritor Fernando Aramburu se valió de esa imagen para ilustrar su aclamada obra Patria, de la que hace poco se ha estrenado una versión televisiva. El propio Aramburu lo recordó en su Twitter el pasado 7 de mayo: «21 años de aquel paraguas rojo», escribió. Más de dos décadas después, hay heridas que siguen abiertas. Como el paraguas. Y del mismo color.
Los Dicasterios de la Santa Sede contados desde dentro: historia, objetivos y el «presupuesto de misión», cómo funcionan las estructuras que apoyan el ministerio del Papa. La Congregación para el Clero en la entrevista con el Prefecto, el Cardenal Beniamino Stella.
Ciudad del Vaticano, 10 de mayo 2021.-El
«laboratorio» es el seminario, donde no sólo se construye el
intelecto, sino sobre todo el corazón, la fibra misma, humana incluso más que
cristiana, del hombre llamado a ser pastor de almas. Un camino, el de la
formación sacerdotal, que la Congregación para el Clero cuida con especial
atención en el marco de una actividad que abarca y administra todos los
aspectos de la vida de un ministro de Dios en sus diversas articulaciones, con
un presupuesto misionero anual de unos 2 millones de euros (cifra de 2021).
El Cardenal Beniamino Stella, Prefecto del Dicasterio, explica el
trabajo de sus colaboradores en el camino indicado por el Papa Francisco, el de
una Iglesia servida y animada por inteligencias y brazos que reavivan, en
cualquier parte del mundo, la figura del buen samaritano.
Cardenal Beniamino Stella
La Carta
escrita el 4 de agosto de 2019, con motivo del 160 aniversario de la muerte del
Cura de Ars, representa una pequeña «summa» pastoral y espiritual del
magisterio del Papa Francisco sobre el sacerdocio; ¿cuál es el identikit del
sacerdote que se extrae de ella?
R. – El Papa
Francisco está siempre muy atento a los sacerdotes y a su ministerio. De hecho,
les ha hablado en varias ocasiones, destacando ciertos aspectos de la vida
sacerdotal. La Carta con motivo del 160 aniversario de la muerte de San
Juan María Vianney es un regalo especial del Santo Padre, que se
dirige a los sacerdotes partiendo, en primer lugar, de su propia experiencia
vital. Leyendo el texto del Papa, parece que «ve» a sus
«hermanos sacerdotes», que «sin hacer ruido» lo dejan todo
para comprometerse al servicio de las comunidades y trabajar «en las
trincheras», expuestos a las más variadas situaciones, poniendo «la
cara», pero sin darse «demasiada importancia, para que el pueblo de
Dios sea cuidado y acompañado».
El Papa
Francisco ofrece así un identikit «existencial» del sacerdote.
No habla, en efecto, de un sacerdote ideal, que no existe, sino que se dirige
en realidad a la multitud de sacerdotes que «en muchas ocasiones, de
manera silenciosa y sacrificada», comprometiéndose en el «servicio a
Dios y a su pueblo», en el anuncio del Evangelio, en la celebración de los
Sacramentos y en el testimonio de la caridad, escriben «las páginas
más bellas de la vida sacerdotal». A pesar de los pecados e incluso a
veces de los delitos de algunos miembros del clero, sobre los que el Santo
Padre no se calla, señala que hay «muchos sacerdotes que, de manera
constante e integral (…), hacen de su vida una obra de misericordia».
Precisamente
la misericordia, dice el Santo Padre, después del don de la propia
vida, es otra «cualidad exquisita» del sacerdote, que lo configura
con Cristo Buen Pastor. Es una actitud alegre, que saca su fuerza de la oración
y de los sacramentos, que se concreta en la comunión con el Obispo y sus
hermanos, que se realiza en el entusiasmo por la evangelización y que, en la
perseverancia y la «paciencia», se convierte en proximidad y cercanía
«a la carne del hermano que sufre».
Capilla de la Congregación para el Clero
Otra
característica indicada por el Santo Padre es la «valentía
sacerdotal», que la Ratio Fundamentalis Institutionis
Sacerdotalis sitúa dentro de la necesaria madurez humana exigida a los
candidatos a las órdenes sagradas. El Papa Francisco explica que el ministerio
sacerdotal no es inmune «al sufrimiento, al dolor e incluso a la
incomprensión», que son medios de configuración con Cristo, cuando se
asumen y se integran en el camino de la fe y de la oración, a través del cual
el sacerdote, huyendo de la acedia -que el Papa llama «tristeza
dulcificada»-, permanece «ante el Señor», que cura su corazón
herido y lava sus pies ensuciados por la «mundanidad».
Finalmente, el
identikit que ofrece la Carta, al describir, sin citarla, la experiencia de
santidad del Cura de Ars, hace explícitos «dos vínculos
constitutivos» de la identidad sacerdotal: el vínculo personal,
íntimo y profundo con Jesús, y el vínculo con el Pueblo de Dios. La actitud que
el Santo Padre propone para concluir, siguiendo el ejemplo de la Madre de Dios,
es la alabanza. Podríamos decir, resumiendo los rasgos de la vida sacerdotal
presentados en la Carta, que el Papa Francisco pide a los sacerdotes de hoy que
sean sacerdotes del Magnificat.
Para el Pontífice,
«la renovación de la fe y el futuro de las vocaciones es posible sólo si
tenemos sacerdotes bien formados». ¿Qué espacio ocupan los temas de la
pastoral vocacional y la formación permanente del clero en el trabajo de la
Congregación?
R. – La Congregación
para el Clero ha dedicado tiempo y energía a la redacción de la Nueva Ratio
Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, publicada el 8 de diciembre
de 2016, que, por tanto, a finales de 2021 habrá cumplido cinco años de
vigencia. Es precisamente el «don de la vocación al presbiterado,
puesto por Dios en el corazón de algunos hombres, lo que compromete a la
Iglesia a ofrecerles un camino serio de formación». El Papa Francisco, en
su encuentro con la Congregación con motivo de la Asamblea Plenaria de 2014,
definió la formación como «custodiar y hacer crecer las vocaciones para
que den frutos maduros». De hecho, son un diamante en bruto, que hay que
trabajar con cuidado, respeto a la conciencia de las personas y con paciencia,
para que brillen en medio del pueblo de Dios.» En la perspectiva de la
Ratio, la formación sacerdotal es única, comienza en el seminario
(Formación Inicial), y continúa durante toda la vida del sacerdote (Formación
Permanente).
Seminaristas jugando al fútbol
La Congregación,
por tanto, acompaña a las Conferencias Episcopales, y a veces también a las
diócesis individuales, en la promoción de la formación inicial y permanente del
clero. Una ocasión propicia para el diálogo en este sentido con los Obispos de
los distintos países del mundo son las periódicas Visitas ad
limina, momento en el que, además de tratar otros temas diversos
relacionados con las competencias del Dicasterio, se da amplio espacio al tema
de los seminarios y a los caminos de formación permanente del clero. La Congregación
insta a la realización de proyectos de formación y acompaña los caminos
iniciados ofreciendo indicaciones tanto de método como de contenido.
Por último, la
Congregación presta especial atención a las vocaciones sacerdotales,
instando a la creación y promoción en cada diócesis, o a nivel regional o
nacional, de los Centros adecuados, fomentando las iniciativas de oración y,
finalmente, apoyando a los Obispos como primeros responsables de las vocaciones
al sacerdocio. Es una convicción compartida, en efecto, que la presencia en las
comunidades de clérigos formados humana, espiritual, intelectual y
pastoralmente, según las conocidas cuatro dimensiones presentadas por Pastores
dabo vobis, contribuirá significativamente a crear un clima espiritual
adecuado para el crecimiento de nuevas vocaciones.
¿Cómo se
articula la actividad del Dicasterio y cuáles son los gastos de gestión que le
permiten sostener los objetivos de la «misión» que le ha sido
confiada?
R. – Como la
palabra Congregación sugiere, el Dicasterio está compuesto por una pluralidad
de personas que colaboran en el servicio del clero. Algunos
Cardenales, Arzobispos y Obispos, designados por el Santo Padre tanto de la
Curia Romana como de distintas partes del mundo, están llamados a ser miembros
de la Congregación, garantizando así su alcance universal. Un Cardenal Prefecto
preside la Congregación, asistido por dos Arzobispos secretarios, uno de ellos
encargado de los seminarios, y por un subsecretario. En el Dicasterio hay 27
sacerdotes y 4 laicos. Además, cuando es necesario, colaboran con el Dicasterio
varios consultores (teólogos, canonistas, psicólogos, juristas), tanto clérigos
como laicos.
La actividad de
la Congregación para el Clero se divide en cuatro Oficinas. La
Oficina del Clero, además de los numerosos casos «disciplinarios»
y de apoyo a las Iglesias particulares, examina las quejas y responde a las
peticiones de los Obispos y clérigos. Un ámbito significativo es el de los
«Recursos Jerárquicos», por ejemplo contra la supresión de parroquias,
como expresión de la libertad de los fieles para «dialogar» con la
autoridad cuando se sienten agobiados por algún acto de gobierno y no es
posible, a pesar de los intentos, llegar a una solución pacífica de otra
manera. A través de las «Facultades Especiales» concedidas al
Dicasterio, la Congregación puede despedir, por razones muy graves, a
presbíteros y diáconos del estado clerical. Del trabajo y la experiencia de la
Oficina del Clero surgió la reciente Instrucción La conversión pastoral
de la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la
Iglesia (20 de julio de 2020).
Sala de reuniones del Dicasterio
La Oficina de
Seminarios se ocupa de la promoción de las vocaciones y apoya a los
Obispos diocesanos y a las Conferencias Episcopales en el ámbito de la
formación sacerdotal, tanto inicial como permanente, especialmente en los
seminarios. Promueve el conocimiento y la aplicación de la Ratio
Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis y acompaña a los episcopados
locales en la redacción de la Ratio Nationalis, que luego debe ser
aprobada por la Congregación para el Clero. También es responsable de los
Colegios e Internados Sacerdotales de Roma. La Oficina Administrativa,
considerando que la propiedad de todos los bienes eclesiásticos está en todo
caso «bajo la Suprema Autoridad del Romano Pontífice», es uno de los
instrumentos de los que se sirve el Santo Padre para velar por la correcta
administración del patrimonio de la Iglesia. El Dicasterio también ejerce esta
función cuando se trata de conceder la necesaria Licencia ad
validitatem para determinados actos de enajenación de bienes. La
Oficina de Dispensaciones se ocupa de aquellos clérigos que han
abandonado el ejercicio del ministerio y pretenden reconciliarse con Dios, con
la comunidad eclesial y también con su propia «historia». La
concesión de la dispensa -reservada al Santo Padre- no es un derecho, sino una
gracia, concedida caso por caso, como signo de misericordia, cuando la
situación de abandono del ministerio y de pérdida de identidad por parte del
clérigo parece ya irreversible.
En cuanto a
los gastos de gestión, deben atribuirse a los sueldos del personal
y a los gastos de funcionamiento, y se cubren con los ingresos procedentes de
las Actividades Institucionales (la concesión de Rescriptos con referencia a la
ordenación de los bienes eclesiásticos, las dispensas de las obligaciones
sacerdotales y diaconales y la aplicación de Facultades Especiales). Por
último, los cursos de formación que ofrece el Dicasterio se financian en parte
con una aportación simbólica de los alumnos, y el resto a través de la
generosidad de otras entidades, entre las que se encuentra, en su mayor parte,
la Pía Fundación Pontificia «Ayuda a la Iglesia Necesitada».
Placa de la Congregación
La cuestión
del celibato sacerdotal vuelve cíclicamente al centro del debate de la Iglesia.
El Papa Francisco ha reiterado en varias ocasiones su valor como
«don» y -haciendo suya una clara postura de San Pablo VI- siempre ha
excluido un cambio en la actual disciplina eclesiástica. ¿De qué manera la
Congregación relanza el Magisterio del Papa y promueve la reflexión entre los
sacerdotes sobre el valor de la opción celibataria?
R. – El tema de
la vida célibe de los sacerdotes surge cíclicamente, también porque es un «signo
de contradicción» respecto a la mentalidad mundana, como lo es el
matrimonio fiel, indisoluble y abierto a la vida. Además, las incoherencias y a
veces incluso los delitos de los sacerdotes podrían hacer pensar que el
problema radica precisamente en el hecho de que el sacerdote es célibe. Sin
embargo, los Pontífices del último siglo han reafirmado y motivado, incluso en
tiempos no fáciles, el valor del celibato como donación total a Dios y, en
consecuencia, como espacio de libertad para el ministerio.
La Congregación
para el Clero contribuye a la reafirmación de este valor en primer lugar con
un trabajo constante de estudio, por así decirlo, interno: los
funcionarios -teólogos, canonistas, psicólogos, formadores- se aplican a un
examen continuo del tema, con la contribución de los Miembros y Consultores,
para que la elección del celibato sea comprendida en su autenticidad pero
también en su actualidad. El fruto de este trabajo se presenta en los Cursos
promovidos por el Dicasterio y compartidos con las Conferencias Episcopales,
con los Formadores de los Seminarios y con las Universidades. Un aspecto
fundamental es la formación para el celibato sacerdotal. La
formación al celibato sacerdotal, en efecto, no puede limitarse al tiempo del
seminario (formación inicial), sino que debe continuar a lo largo de toda la
vida del sacerdote (formación permanente), para que los presbíteros asuman y
renueven constantemente su conciencia de estar «enraizados en Cristo
Esposo y totalmente consagrados al servicio del Pueblo de Dios»,
precisamente entendiendo «el celibato como un don especial de Dios»,
según la enseñanza de la Ratio, n. 110.
No se trata, sin
embargo, de observar exteriormente una pura disciplina, sino de captar y
asimilar siempre y de nuevo, como ya exhortaba San Juan Pablo II en Pastores
dabo vobis, n. 29, «la motivación teológica de la ley eclesiástica
sobre el celibato». Se trata, por así decirlo, de vivir un misterio, que
tal vez «no es dado a todos entender» (Mt 19 11-12), pero que
precisamente por ello exige una profunda madurez humana y espiritual,
que la Congregación se compromete a promover a través de los diversos canales
de formación y apoyo a las Iglesias locales. Hay una bella imagen utilizada por
el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Postsinodal Querida
Amazonia, en el n. 101: «Jesús se presenta como el Esposo de la
comunidad que celebra la Eucaristía, a través de la figura de un hombre que la
preside como signo del único Sacerdote.» Por eso el sacerdote célibe no
sólo representa, sino que vive, podríamos decir, la representación viva de
«este diálogo entre el Esposo y la Esposa«.
Leccionario en la Capilla del Dicasterio
El tema de
los abusos a menores por parte de sacerdotes sigue siendo una herida abierta en
el corazón de la Iglesia. ¿Cuál es la contribución específica que su Dicasterio
puede ofrecer a la labor de prevención y erradicación de este doloroso
fenómeno?
R. – La
prevención de estos delitos por parte de los clérigos se encuentra en una
cuidadosa formación sacerdotal. Hay que precisar, sin embargo, que la
formación no significa simplemente la comunicación de conceptos, desde el punto
de vista de la información o de la actualización, sino -tanto en el seminario
como después de la ordenación- una formación integral, es decir, relativa a
todos los aspectos de la persona, incluyendo también la dimensión humana en los
aspectos de la afectividad, la sexualidad y la voluntad. El seminarista,
primero, y el sacerdote, después, están llamados a crecer armónicamente como
hombres dotados de un sano equilibrio psicológico, de madurez afectiva y de
capacidad relacional.
La Congregación
para el Clero propone este tipo de educación de la personalidad en los
seminarios y en los cursos de formación permanente del clero. La Ratio, de hecho,
reclama «la mayor atención» en este campo, excluye de las órdenes
sagradas a quienes «hayan estado de alguna manera implicados en delitos o
situaciones problemáticas en este ámbito», y prevé «en el programa de
formación, tanto inicial como permanente» unas adecuadas «lecciones,
seminarios o cursos específicos sobre la protección de los menores»,
interesándose también «por ámbitos de posible explotación o
violencia» como «por ejemplo, la trata de menores» o «el
trabajo infantil» (Ratio, 202). La figura del sacerdote que propone
la Ratio Fundamentalis, en este sentido, es la de un Padre y Pastor
que se ocupa de los fieles, defensor de los más pobres y más débiles.
En 2013, la
Congregación recibió la responsabilidad de los seminarios. ¿En qué ámbitos y de
qué manera se lleva a cabo este trabajo?
R. – El Santo
Padre Benedicto XVI, con el motu proprio Ministrorum Institutio,
del 16 de enero de 2013, ha querido que la Congregación para el Clero se ocupe
de todo lo que concierne a la formación, vida y ministerio de los sacerdotes y
diáconos, con vistas a la unidad de la materia. Desde 1992, en efecto, la
Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis había permitido
superar una concepción de la formación identificada casi exclusivamente con el
aspecto intelectual y orientada a la superación de exámenes y a la obtención de
títulos. La novedad del documento, por otra parte, consistía en presentar en
primer lugar una formación integral, es decir, incluyendo, en
armonía, cuatro dimensiones: intelectual, espiritual, pastoral y humana. En
segundo lugar, pues, una formación única y continua, dividida en
dos fases. La primera es en el seminario, como formación inicial que
luego continúa a lo largo de la vida del sacerdote en la segunda fase, es
decir, la formación permanente.
Clerus App
En este sentido,
la transferencia de competencias surgió en 2013, seguida, en 2016, por la
nueva Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis. De este modo,
las cuatro Oficinas de la Congregación, distinguidas por las necesidades de
trabajo, trabajan conjuntamente en favor del clero. De manera particular, las
peticiones que surgen de la vida concreta de los sacerdotes contribuyen a
estructurar caminos de formación más acordes con la realidad y que respondan a
las experiencias del tiempo presente. En la práctica, el Dicasterio acompaña a
las Conferencias Episcopales en la elaboración de una Ratio
Nationalis, es decir, de unas directrices para la formación sacerdotal
que, partiendo de las indicaciones para la Iglesia Universal contenidas en
la Ratio Fundamentalis, reflejen más adecuadamente la historia, la
cultura y los retos de cada país. Además, la Congregación es competente para
los seminarios interdiocesanos, para su erección, supresión y unificación, así
como para la aprobación de sus estatutos y el nombramiento de su rector, a
propuesta del episcopado local.
Un ámbito de
particular importancia en este sentido es el de las Visitas Apostólicas
ordinarias a los Seminarios, que son necesarias para mantener un diálogo e
intercambio constante entre las Iglesias particulares y la Iglesia universal.
Para garantizar este espíritu, la Oficina de Seminarios promueve el diálogo con
las Comisiones Episcopales correspondientes, así como con las Asociaciones
Nacionales de Seminarios. Además de este estrecho contacto con las Iglesias
locales, el Dicasterio promueve regularmente cursos de formación para
formadores en los Seminarios, normalmente por áreas lingüísticas, organiza un
Curso de Praxis Administrativa Canónica para aquellos sacerdotes que son
estudiantes en Roma y que serán llamados a ser trabajadores legales en sus
diócesis de origen, así como un Curso de Praxis Formativa para aquellos que se
dedicarán en cambio a actividades educativas, especialmente en los Seminarios.
La idea básica es «pensar» y construir seminarios que preparen a los
sacerdotes según el Corazón de Cristo, adecuados a las necesidades del mundo
contemporáneo.
El ambito de
actividad de la Congregación incluye también el diaconado permanente. ¿Cuál es
la realidad de este ministerio en la Iglesia de hoy? ¿Y qué lugar específico
hay que dar a los diáconos para evitar el riesgo de que su papel quede
suspendido entre el de sacerdote y el de laico?
R. – El Papa
Francisco lo dijo abiertamente: «Debemos tener cuidado de no ver a los
diáconos como medio sacerdotes y medio laicos». E identificó su principal
característica: son «los custodios del servicio en la
Iglesia». Para algunos, conocidos como diáconos transitorios,
la ordenación diaconal es una etapa en el camino hacia el sacerdocio
ministerial, en la que se asume la actitud de Cristo Siervo de por vida,
imitando al Señor Jesús también en el celibato. El Concilio Vaticano II,
entonces, siguiendo la Tradición de la Iglesia, restableció la posibilidad
del diaconado permanente, es decir, de hombres, incluso casados,
ordenados no para el sacerdocio, sino precisamente para el servicio en la
Iglesia. De hecho, ejercen su ministerio en las celebraciones y
la predicación, en las obras de caridad, en la atención
a los pobres y en la colaboración competente en la administración de los bienes
de la Iglesia.
La Congregación
para el Clero, en su reciente Instrucción sobre la renovación de la
comunidad parroquial (nn. 79-82), presentando una visión ministerial
de la Iglesia, y en la estela de la enseñanza del Concilio y de los Papas, ha
subrayado la tarea de los diáconos permanentes como profetas del
servicio. Su ministerio, además, debe ir más allá de los confines de la
comunidad eclesial; de hecho, son enviados a las «periferias» y
están marcados por un carisma misionero, especialmente para el
«primer anuncio» del Evangelio en los lugares de frontera y en los
ambientes de la vida ordinaria de la gente. Pienso en los diáconos permanentes
comprometidos en los hospitales, en las cárceles, en la acogida de los
emigrantes, en el mundo de la educación y en los centros de escucha de Cáritas:
hoy continúan, en nombre de toda la Iglesia, la obra del buen
samaritano.
Ventana del Dicasterio
Para realizar esta vocación específica, es necesaria una formación que no sólo se refiera a la dimensión intelectual, sino también a la madurez humana y espiritual, con vistas a la evangelización. Por esta razón, el Dicasterio acompaña a las Conferencias Episcopales en la elaboración de una Ratio para la formación de los diáconos permanentes, con el fin de realizar plenamente el potencial inherente a su vocación. Además, la Congregación está en diálogo con los episcopados locales para que entodo el mundo se instituya el orden de los diáconos permanentes, que en algunas Iglesias locales aún no han sido restaurados. De hecho, es responsabilidad de las Conferencias Episcopales proveer a la promoción del diaconado permanente en cada país.
Además, un
aspecto único del diaconado permanente es el hecho de que los hombres
casados también pueden ser admitidos a este ministerio. Esta opción
los distingue claramente de los sacerdotes, que son siempre célibes en la
Iglesia latina. Además, el diácono permanente que tiene familia y ejerce su
profesión es un testigo privilegiado de la llamada universal a la
santidad en la vida ordinaria. Sin embargo, existen, aunque en menor
número, diáconos permanentes célibes, que dan testimonio del valor
de la virginidad para el Reino de los Cielos, asumiendo el compromiso del
celibato en el momento de la ordenación, para dedicarse con mayor libertad a
las exigencias del ministerio.
La Congregación para el Clero se compromete a promover el diaconado permanente en toda su riqueza y relevancia: estos hombres, de hecho, no son «monaguillos con estola», sino que son cristianos comprometidos en manifestar -en comunión con el Obispo y el presbiterio diocesano- el rostro de Jesús, que no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida, siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que fue diácono permanente y que, motivando el servicio con la fraternidad, nos enseña a dirigirnos a los demás llamándolos «Fratelli tutti«.
Monseñor Héctor Fabio Henao
Gaviria, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, de la
Conferencia Episcopal conversa con Vatican News sobre el actual momento que
vive Colombia.
Ciudad del vaticano, 7 de mayo 2021.-El presidente de
Colombia, Iván Duque pidió al Congreso el 2 de mayo pasado retirar el proyecto
“Ley de Solidaridad Sostenible”, conocido como Reforma Fiscal. Con esta
iniciativa el gobierno buscaba hacer frente al déficit fiscal y a la deuda
pública, acrecentada por las medidas tomadas contra la pandemia del Civid-19.
La reforma buscaba recaudar 23 billones de pesos colombianos, es decir, unos
6,300 millones de dólares de los Estados Unidos.
Monseñor Fabio Henao
explica qué buscaba la reforma tributaria, cuáles eran sus fortalezas y
debilidades:
La reforma tributaria
buscaba hacer frente a la difícil situación financiera del país y su alto nivel
de endeudamiento, a raíz de la crisis financiera causada por el impacto de la
pandemia del Covid-19 sin embargo, esa reforma tributaria tocaba aspectos muy
sensibles para la clase media que ya está muy golpeada financieramente y para
los sectores muy pobres al ampliar la base de recaudo del impuesto al valor
agregado IVA, que cubriría distintos aspectos de la canasta familiar, también
impactaría sobre el costo de la gasolina y otros productos.
Monseñor Henao señaló
que algunos académicos y otros sectores de la sociedad consideraban “que la
aplicación de esta reforma tributaria no aliviaría si no agravaría la situación
de los sectores más necesitados”.
Monseñor Héctor Fabio Henao (Foto: MAURICIO ALVARADO / EL ESPECTADOR)
Descontento acumulado y necesidad de cambios estructurales A la pregunta sobre por qué la reacción fuerte de la sociedad contra la reforma, monseñor Henao señaló varias causas posibles: en primer lugar, “había una situación de descontento social represada desde antes de la pandemia. justamente en finales del año 2019 e inicios del año 2020 se habían dado grandes manifestaciones en Colombia reclamando mayor atención del Estado en temas como la salud y la educación públicas”.
En segundo lugar,
“otra serie descontentos que se habían generado a raíz de las diferentes
interpretaciones que hay sobre la implementación del acuerdo de paz firmado con
las FARC”.
“El empobrecimiento
de la población a raíz del impacto de la pandemia” sería una tercera razón
aunada a la crisis financiera que “terminaron afectando al conjunto de la
población fueron las que llevaron al estallido social, en el cual se ha vivido
de manera muy fuerte en manifestaciones de rechazo frente al gobierno”.
El director de la
Pastoral Social indicó que las manifestaciones expresan el deseo de la
población de que se revise “todo el esquema económico del país”. Esta
inconformidad ha reunido a diversos sectores del país, como estudiantes,
indígenas, campesinos, académicos, “que han venido a lo largo del tiempo,
reclamando transformaciones de fondo en la estructura estatal colombiana”.
Hay conciencia de la necesidad de una reforma consensuada Monseñor Henao plantea que “originalmente el gobierno presenta la reforma tributaria con la finalidad de mantener los subsidios a los sectores más necesitados. Esto significa que era una reforma que tenía un enfoque social en la presentación que el gobierno nacional hace, pero indudablemente atrás estaba la necesidad también de llenar el vacío de financiación del Estado de aliviar todo lo relacionado con la deuda externa colombiana”.
Sin embargo, el
prelado expresa la convicción de que en el diseño de la reforma deben
intervenir todos los sectores de la sociedad colombiana.
El prelado enfatizó
el papel que la Iglesia Católica ha estado jugando en este difícil contexto:
La Iglesia ha venido aportando para que se abran espacios de escucha, de diálogo social, en clave de lo que el Papa Francisco ha insistido, que hay que repensar la economía de hoy para darle alma a la economía del futuro y bajo esta perspectiva la conferencia episcopal ha llamado a que se profundice en el diálogo para la construcción de un proyecto diferente no solamente tributario fiscal, sino un proyecto de economía que esté al Servicio del ser humano.
Desde el hospital de Nairobi (Kenia), donde se sometió a una nueva operación, el obispo electo de Rumbek, herido en las piernas en su casa de Sudán del Sur, habla de reconciliación y amor: «No puedo condenar a mis agresores: son jóvenes que no tenían nada contra mí». En nuestra entrevista, el misionero comboniano italiano recuerda los momentos del atentado y reitera: «No dejaré de perseguir el sueño de un país pacificado: es el deseo de toda la Iglesia».
Ciudad del Vaticano, 28 de abril 2021.-«¿Los perdono?
Ciertamente. Y lo hago con todo mi corazón». Desde su cama del hospital en
Nairobi (Kenia), donde fue operado para limpiar las heridas de las balas, el
padre Christian Carlassare asegura que no quiere condenar a los pistoleros que
en Sudán del Sur le hirieron en las piernas con rifles Kalashnikov tras
atacarle en su casa: «Lo hago porque son jóvenes y seguramente no actuaron
por una razón contra mí. Sospecho que alguien les encargó esto.
Por lo tanto, siento
que puedo perdonarlos, como perdono a los que los llevaron a comportarse así. Y
lo hago en nombre de todo el pueblo de Rumbek que, cuando me dispararon, estaba
fuera del hospital de la ciudad y del aeropuerto, diciéndome: «padre no
nos abandones, padre vuelve. No querían dejarme marchar para no perder a su
obispo». Luego añade, con voz serena, sin un ápice de resentimiento, que
lo que ofrece «es un perdón que pide unidad, escucha y capacidad de
resolver los problemas buscando el bien de todos».
Padre Christian Carlassarre mientras se recupera en el hospital
– Recordar es
doloroso, ¿puede decirnos qué pasó la noche de la emboscada?
R. – Ya estaba en la
cama cuando oí que alguien estaba tocando la puerta principal. Me levanté y
traté de averiguar qué estaba pasando. Al cabo de diez minutos, las dos
personas armadas con kalashnikovs empezaron a disparar a la cerradura de la
puerta.
En ese momento,
empecé a pedir ayuda: mantuve la puerta firme con la mano y un pie mientras
intentaba ponerme a cubierto detrás de una pared. Un sacerdote de la diócesis
de Rumbek, que vive conmigo, salió alarmado de su habitación e inmediatamente
pensé que era mejor salir de la casa para hablar con estas personas. En
cuanto salí afuera, en pocos segundos, el rifle que me apuntaba a las piernas
hizo seis o siete disparos, cuatro de los cuales me alcanzaron.
– En su opinión,
¿cuál podría ser la razón de este ataque?
R.- Es difícil de
saber. Ahora la investigación está en marcha y se espera que surja la claridad.
Mi impresión es que el robo no puede ser el motivo. Pero también excluyo el
asesinato porque, si hubieran querido matarme, lo habrían hecho muy fácilmente.
Creo que es un acto de intimidación, una advertencia.
– Usted siempre ha
apostado por el diálogo y la reconciliación en el país, sacudido también por
los odios tribales. ¿Podría su lesión poner fin a su sueño de paz?
R. – No es un sueño
mío, sino de toda la Iglesia. Es el mensaje del Evangelio el que no puede
cambiar ante los obstáculos y las dificultades. La situación de cruz que
vivimos nos obliga, en efecto, a ser aún más fieles al mensaje del Evangelio,
sabiendo también que el precio puede ser pagado.
– Parece una acción
necesaria porque el país necesita salir de la espiral de violencia…
R. Sí. Será un
compromiso que continuará. El gobierno de unidad nacional debe llegar a todos
los territorios de la nación y también debe ser compartido por todos «los
clanes» del país.
– El mundo ha estado
conteniendo la respiración por usted en estas horas. ¿Le gustaría dirigir un
mensaje a todos los que se han preocupado por su estado de salud?
R. – Yo, personalmente, he sufrido este perjuicio, pero el pueblo de Sudán del Sur ha sufrido mucho más en las últimas décadas. Y, por ello, llamo al mundo a compartir esta solidaridad con el pueblo de Sudán del Sur y con los pueblos de todos los continentes, tratando de entender que estos casos aislados, que hacen tanto ruido, no deben hacernos perder la esperanza y cegarnos tapando lo bueno que hay en el mundo y, sobre todo, en África.
Les contamos los dicasterios de la Santa Sede desde dentro para conocer su historia, objetivos y «declaración de misión», y así entender cómo funcionan las estructuras que apoyan el ministerio del Papa. El prefecto, cardenal Marc Ouellet, describe en esta entrevista la Congregación para los Obispos.
Ciudad del Vaticano, 26 de abril 2021.- El criterio no es la búsqueda de la perfección, de «santos» de altar, sino de hombres en posesión de virtudes humanas y espirituales, en primer lugar la prudencia, que no significa «reticencia o timidez», sino «equilibrio entre acción y reflexión en el ejercicio de una responsabilidad que requiere mucho compromiso y valor». El cardenal Marc Ouellet traza claramente el perfil de un candidato al ministerio de obispo. La Congregación vaticana que dirige desde hace años tiene esta responsabilidad -que ejerce según normas y prácticas bien definidas- cuyo objetivo es el de ayudar al Papa a elegir a los pastores a los que se confiarán las comunidades eclesiales en el mundo. Una tarea, explica, realizada de forma colegiada y «con espíritu de fe y no de cálculo».
El Cardenal Marc Ouellet
Para describir la gran responsabilidad que incumbe al dicasterio llamado a elegir a los sucesores de los apóstoles el Papa Francisco utilizó una expresión contundente: «Esta Congregación existe para asegurarse de que el nombre del elegido haya sido pronunciado en primer lugar por el Señor». ¿Cómo se puede ser fiel a una tarea tan elevada y exigente? La tarea que la Iglesia confía a este dicasterio es la de ayudar al Santo Padre a decidir. El nuestro es, pues, un discernimiento previo. En cuanto a esta «primera etapa», puedo resumir esta enorme trabajo en tres verbos: orar, consultar, verificar. Orar: la oración como primera y última acción, como acto inicial y final de confiar nuestras intenciones al Padre Celestial; no es casualidad que al centro de las oficinas de la Congregación esté la Capilla con el Santísimo Sacramento. Cada vez que caminamos por los pasillos, nos encontramos ante esta misteriosa Presencia a la que hay que remitir toda acción. Consultar: la fase preparatoria de la que nos ocupamos llega a su punto álgido después de un intenso trabajo con método sinodal: consultas al pueblo de Dios, a los nuncios, a los miembros de la Asamblea Plenaria; es la síntesis de todo ello lo que llega a la mesa del Papa. Verificar: es decir, intentar llegar a la mayor certeza posible de que la persona identificada tenga las características requeridas.
Detrás de cada nombramiento episcopal hay un trabajo de discernimiento por parte de la Congregación, pero también de consulta y participación de las nunciaturas apostólicas y de las Iglesias locales. ¿Cómo se hace esto y qué uso de recursos supone en relación con el presupuesto de su misión? La identificación y el estudio de un candidato son el fruto de una acción conjunta entre varios sujetos. Cada tres años los obispos metropolitanos elaboran una lista de promovendis, es decir, una lista de presbíteros que podrían ser aptos para el oficio episcopal, según las indicaciones de los obispos de la metrópoli. La Nunciatura examina estas candidaturas a través de un proceso de consulta con el pueblo de Dios, que tiene la característica de la máxima confidencialidad. En el proceso de consulta se pide estricta confidencialidad a las personas consultadas para garantizar la veracidad de la información y, sobre todo, para proteger la reputación de la persona estudiada. Una vez identificados los mejores perfiles para atender las necesidades del momento, los transmite a la Santa Sede. Ella, a través de la Congregación para los Obispos, examina las candidaturas a la luz de los criterios generales y, con la ayuda de una asamblea de miembros designados por el Santo Padre, actualmente 23 cardenales y obispos de todo el mundo, realiza la evaluación final que será ofrecida al Papa para su decisión definitiva.
Presupuesto de su misión de la Santa Sede
¿No existe el riesgo de que la pertenencia o los condicionamientos de carácter particular pesen en el proceso de selección de los prelados? ¿Cómo se puede evitar? Como en todos los asuntos humanos, las ambiciones, envidias e intereses personales pueden encontrarse en los informadores. Para evitarlo, se debería cultivar un espíritu de desprendimiento en el pueblo de Dios y en la formación de los sacerdotes. La Iglesia no necesita «trepadores sociales», personas que busquen los primeros puestos, sino hombres que quieran sinceramente servir a sus hermanos y mostrarles el camino de la fe y la conversión.
¿En el perfil pastoral de un obispo cuentan más las cualidades humanas, las virtudes espirituales o la capacidad de gobernar una diócesis? La Congregación para los Obispos, a diferencia de la Congregación para los Santos, se ocupa de los perfiles pastorales de los candidatos que aún no son perfectos, sino de hombres en camino de perfección. En un sacerdote que va a ser propuesto al episcopado cuentan ciertamente las virtudes teologales y cardinales, las llamadas principales virtudes humanas, pero entre todas, la más importante para este oficio es la prudencia. Esta no debe entenderse como reticencia o timidez, sino como un equilibrio entre acción y reflexión en el ejercicio de una responsabilidad que requiere mucho compromiso y valor.
Oficina del Cardenal Marc Ouellet
¿Cómo influyen las personalidades y sensibilidades de los distintos Pontífices en los criterios de elección? La sensibilidad de un pontificado influye sin duda notablemente en las elecciones. Cada Papa recibe del Espíritu Santo una «visión» particular sobre los problemas de la Iglesia y las prioridades que hay que tener. Los que colaboran con Él están llamados a entrar en la perspectiva del Primer Pastor con un espíritu de fe y no de cálculo.
Las visitas ad limina que el episcopado de todo el mundo realiza cada cinco años son un importante momento de intercambio entre las Iglesias locales, el Papa y la Curia Romana. ¿Cómo se pueden potenciar para que sean también una ocasión de conocimiento y enriquecimiento para los fieles laicos y las comunidades parroquiales? Las visitas ad limina son un momento de sinodalidad concreta que los episcopados de todo el mundo viven con el Papa y los dicasterios que asisten a su labor. Las «presentaciones» que las Conferencias Episcopales hacen de sus territorios conforman un mosaico fascinante en el que se puede ver la actuación de Dios en todas las latitudes. Cada uno de los obispos debería haber escuchado a su pueblo antes de la visita y volver a su diócesis después de esta intensa serie de encuentros, que culminan con la celebración de la Eucaristía con el Santo Padre en la tumba de Pedro, para contar la experiencia que ha tenido, para compartir con todos lo que ha recibido.
Capilla del Dicasterio
Usted también es presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, creada por Pío XII en 1958. ¿Por qué se incluyó en la Congregación para los Obispos y qué papel tiene hoy en el contexto del pontificado del primer Papa latinoamericano de la historia? La Comisión Pontificia para América Latina (C.A.L.) nació históricamente como un organismo encargado de facilitar el envío de misioneros desde Europa a Sudamérica. A lo largo de los años, su fisonomía se ha modificado según el rostro cambiante de la Iglesia. En la actualidad, el flujo misionero tiene también un sentido inverso, de modo que los sacerdotes del continente latinoamericano recorren en dirección contraria los caminos de los primeros misioneros para llevar el anuncio del Evangelio a muchos países europeos. Hoy la C.A.L. es una entidad dinámica, que promueve el conocimiento del Continente en la Curia y viceversa, y sobre todo el encuentro con las necesidades de esas tierras ofreciendo disponibilidad; también sigue en primera persona y promueve pequeñas intervenciones directas. En los últimos años, la Comisión se ha centrado especialmente en el diálogo y la promoción, para estimular la reflexión sobre las prioridades y el futuro del Continente católico bajo el impulso del Papa Francisco.
Colabora con la C.A.L. una asamblea de 20 miembros que participan en las Plenarias de reflexión y orientación sobre el futuro de la zona. Quiero recordar especialmente la Asamblea Plenaria de 2018 con el tema: La mujer pilar de la edificación de la Iglesia y de la sociedad en América Latina. Fue un momento muy hermoso, un paso del Espíritu Santo.
Tweet del Papa Francisco con motivo del Día Internacional del Multilateralismo, instituido por la ONU para cada 24 de abril. Francesca Di Giovanni, Subsecretaria para las Relaciones con los Estados: «Con la pandemia, nuevos desequilibrios y nuevas crisis. Para la Santa Sede es una obligación moral ayudar a la comunidad internacional en la búsqueda de la paz».
Ciudad del Vaticano, 24 de abril 2021.-¿Cómo
prevenire i conflitti? Ningún pueblo, ningún grupo social puede por sí
solo lograr la #paz, el bien, la seguridad y la felicidad. Ninguno. La
lección de la reciente pandemia es la conscience de ser una comunidad mundial
que navega en una misma barca. #DiplomacyForPeace
Este es el tweet
del Papa Francisco, difundido desde su cuenta @Pontifex, por el «Día
Internacional del Multilateralismo y la Diplomacia para la Paz»,
proclamado hace cuatro años por la Asamblea General de las Naciones Unidas para
cada 24 de abril con el objetivo de promover los tres pilares de la ONU: paz y
seguridad, desarrollo, derechos humanos. Una celebración que quiere preservar
los valores de la cooperación internacional, base de la Carta de la ONU y de la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Un impulso al uso proceso decisional
multilateral y de la diplomacia para alcanzar resoluciones pacíficas a los
conflictos entre naciones.
El multilateralismo en crisis entre las sombras de «un mundo cerrado» Un proceso multilateral que hoy parece cuestionado por las sombras de «un mundo cerrado», como ha denunciado el Papa Francisco en varias ocasiones. Un mundo marcado por el nacionalismo, los intereses egoístas y las desigualdades económicas en detrimento de la persona humana, como ha emergido especialmente en esta época herida por la pandemia.
De ello habla Francesca Di Giovanni, desde hace veintisiete años funcionaria de la Secretaría de Estado, nombrada por el Papa en enero de 2020 subsecretaria de la Sección para las Relaciones con los Estados, con la tarea de seguir el sector multilateral.
R. –
Ciertamente, la pandemia ha creado nuevos desequilibrios y nuevas crisis en los
ámbitos sanitario, económico, humanitario, político y social, al tiempo que ha
profundizado las brechas preexistentes. Los objetivos de lucha contra el
hambre, por ejemplo, que la comunidad internacional se había fijado para 2030,
están ahora seriamente comprometidos. Consideremos que en el mismo periodo en
el que 2,5 millones de personas murieron de Covid, 7 millones murieron de
hambre. Estas crisis hacen que el multilateralismo sea aún más necesario,
aunque los obstáculos, los cierres y los intereses nacionalistas e ideológicos
consigan, desgraciadamente, bloquear su camino en la actualidad. Incluso se
quiere volver atrás y buscar atajos y acuerdos a más corto plazo con países que
tienen las mismas ideas políticas y económicas, alegando que tales acuerdos son
menos costosos y más eficaces que otros que pretenden implicar a toda la
comunidad internacional.
Vuelven a la
mente las palabras del Papa Francisco: «Estamos todos en el mismo
barco»…
R. – Ningún país
puede hacer frente solo a los problemas globales, pero incluso los problemas
que parecen circunscritos a un país tienen importantes repercusiones y
consecuencias en el equilibrio de regiones enteras, cuando no en toda la
comunidad internacional. La pandemia es un triste ejemplo de ello, pero también
tenemos un cambio climático muy rápido, un gran aumento del hambre en todo el
mundo, desplazamientos causados por la violencia generalizada, el creciente
fundamentalismo, la violencia indiscriminada contra mujeres y niños. Son
problemas que requieren respuestas urgentes y cohesionadas. Por ello, la
cooperación a nivel multilateral es la única respuesta adecuada y tiene una
función fundamental.
En este
contexto, ¿cuál es el papel de la Santa Sede? ¿Cómo contribuye a la paz y la
diplomacia?
R. – La Santa
Sede es un sujeto soberano, reconocido a nivel internacional, que no está
ligado a intereses comerciales o militares, y mucho menos de expansión
territorial. Esto hace que sea más libre para llevar un mensaje de paz y
solidaridad entre los pueblos y sus gobernantes. Un mensaje que el Papa
Francisco resume en la palabra «fraternidad», un modelo a alcanzar,
aunque con dificultad, pero al mismo tiempo un camino concreto para las
Naciones, ya que -como señaló el Pontífice en la Audiencia General del 12 de
agosto de 2020- los derechos no son sólo individuales, sino también sociales,
de los pueblos. Este respeto por la persona humana es llevado por la Santa
Sede, inspirada en el Evangelio, a los foros internacionales, porque considera
una obligación moral ayudar a la comunidad internacional en la búsqueda de la
paz, para el desarrollo integral del ser humano, erradicando la pobreza y
combatiendo la degradación del medio ambiente.
¿Cómo se
traduce esto concretamente?
R. – En el plano
concreto, la Santa Sede no se cansa de llevar su alto mensaje, a pesar de los
contratiempos y vetos ideológicos y políticos, mediante una participación lo
más atenta y activa posible, tratando de ser «la voz de los sin voz».
¿Cuáles son
las futuras iniciativas para el proceso multilateral?
R. – Para el presente y el futuro inmediato, están vivos los temas de la lucha contra el cambio climático, la biodiversidad, los sistemas alimentarios, la no proliferación nuclear, el compromiso de defender la dignidad de las mujeres y muchos otros.
El Arzobispo mayor de Kiev-Halyic agradece al Papa Francisco por el llamamiento a la paz en su tierra y expresa su preocupación: vivimos momentos de gran temor, un enfrentamiento militar sería una tragedia desde el punto de vista humanitario.
Ciudad del Vaticano, 20 e abril 2021.-Son palabras de
agradecimiento las que el Arzobispo mayor de Kiev-Halyic, Su Beatitud
Sviatoslav Shevchuk, dirige al Papa Francisco tras la luz proyectada, el
domingo en el Regina Coeli, sobre lo que está ocurriendo en algunas zonas del
este de Ucrania. El Pontífice había expresado su «gran inquietud» por
«el aumento de las actividades militares» y las numerosas violaciones
del alto el fuego registradas en los últimos meses.
Una preocupación
compartida también por la Unión Europea, que sigue la vía del diálogo y la
diplomacia. Una situación muy «alarmante» y «preocupante»,
se corre el riesgo de escalada y por ello «es necesario aplacar las
tensiones», afirma el Alto Representante de la Unión Europea Borrell, que
informa de la presencia en la frontera entre Rusia y Ucrania de 150 mil
soldados rusos. En el asunto también interviene el Pentágono, expresando su
«grave preocupación».
Un militar en la zona limítrofe entre Ucrania y Rusia (AFP)
«Espero
firmemente – dijo el Papa en el Regina Coeli – que se evite un aumento de las
tensiones y, por el contrario, se pongan en marcha gestos capaces de promover
la confianza mutua y fomentar la reconciliación y la paz, tan necesarias y tan
deseadas». Precisamente, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk toma
como referencia estas palabras en entrevista con Vatican News:
R. – Estamos
verdaderamente agradecidos al Santo Padre, en primer lugar, por su empatía y su
oración por Ucrania, por nuestro pueblo tan angustiado porque ahora estamos
viviendo de nuevo un momento de gran temor. Este miedo se debe a dos cosas. Un
alto el fuego que ha durado casi un año y que desgraciadamente ahora está
cayendo, los disparos y los enfrentamientos militares se intensifican en el
este de Ucrania. Y esto es realmente una tragedia porque esperamos tanto que la
guerra pueda detenerse, que se pueda encontrar realmente una solución política
y diplomática a este conflicto porque todos sabemos que no hay solución militar
a esta situación. La segunda causa de este temor del pueblo ucraniano es la
altísima concentración de tropas rusas en la frontera de Ucrania. Y se teme una
invasión directa de este ejército en el territorio de Ucrania. Y todo esto
ocurre en el contexto de la pandemia. Estamos viviendo una ola muy fuerte de la
pandemia de coronavirus ahora en Ucrania, por lo que estamos viviendo un
momento de gran temor. La solidaridad del Santo Padre, la atención que ha
llamado hacia nuestro sufrimiento, suscita sentimientos de profunda gratitud
hacia el Santo Padre, por su oración y su apoyo al sufrido pueblo ucraniano.
En el Regina Coeli,
el Papa Francisco lanzó un llamamiento a tomar conciencia de la grave situación
humanitaria en la que se encuentra esa población. ¿Cuál es la situación?
R. – La situación
humanitaria en esta zona está empeorando porque antes de la pandemia de Covid
había puntos de paso, la gente podía pasar de la parte ocupada a la parte
controlada ucraniana. Los ancianos podían venir a cobrar sus pensiones. Se
podría enviar ayuda humanitaria a esta zona. Pero con el brote del coronavirus
se han cerrado todos estos puntos de paso. La gente está atrapada en esta zona.
El contagio es cada vez mayor, la posibilidad de enviar ayuda humanitaria, en
primer lugar, medicamentos, alimentos para cubrir las necesidades básicas de
estas personas es casi imposible. A esto se añadiría un enfrentamiento
militar… Sería una tragedia, desde el punto de vista humanitario para estas
personas que realmente se sienten olvidadas, instrumentalizadas, con miedo.
¿Qué llamamiento
quiere hacer para promover la reconciliación y la paz?
R. – ¡No a la guerra! ¡Depongan las armas! Como dijo el Santo Padre Francisco, con la guerra no se gana nada, sino que se pierde todo. Que la razón, el diálogo, incluso el diálogo diplomático, prevalezca sobre la tentación de utilizar las armas para resolver cualquier problema desde el punto de vista político internacional. Nosotros, los representantes de las iglesias y organizaciones religiosas de Ucrania -ahora soy el presidente del Consejo de Iglesias- hemos firmado un llamamiento a la paz, especialmente en el tiempo de Pascua, porque dentro de dos semanas celebraremos la Pascua ortodoxa en Ucrania y, como Iglesia greco-católica, seguimos el calendario juliano. Así que para este tiempo de Pascua queremos que prevalezca la paz, que los cantos de Pascua, la voz de las campanas, prevalezcan sobre los disparos, sobre el uso de las armas. Este es nuestro llamamiento, esta es nuestra oración, esta es nuestra voluntad, este es nuestro más profundo deseo: que prevalezca la paz, no a la guerra, que se retiren las tropas y que la gente pueda vivir con dignidad y recibir la ayuda que necesita.
La religiosa javierana, que acaba de ser nombrada subsecretaria del Sínodo de los Obispos por el Papa Francisco, sostiene que la sinodalidad es clave para «la transformación misionera de la Iglesia» y en su «necesaria reforma para salir del clericalismo».
18 de Abril de 2021.- Estudió en una de las mejores escuelas de negocios, HEC, y luego se convirtió en consultora en marketing y comunicación. Como dice uno de sus libros, Religiosa, ¿por qué? ¿Cómo influyó un voluntariado que hizo en el Líbano? Cuando terminé mis estudios no estaba segura de lo que quería hacer. Me fui de voluntariado durante un año al Líbano porque quería servir con mi tiempo antes de trabajar. Llegué para enseñar en una escuela católica dirigida por monjas en Beirut. Fue entre 1991 y 1992, justo después de la guerra civil, y los jóvenes de 15 o 16 años a los que daba clase no conocían más que la guerra. El fin de semana iba a la montaña a un centro que acogía a huérfanos y familias desplazadas que lo habían perdido todo. En contacto con ellos, escuchando sus sufrimientos y sus esperanzas, lejos de mi país y de mi cultura, me planteé «¿qué es la vida real?». Hice mis primeros ejercicios espirituales al estilo de san Ignacio; me conmovió el amor infinito de Cristo y me di cuenta de que todo lo que había recibido a través de mi familia, mi educación, mis estudios, no podía tener sentido si no era para devolverlo. Cuando conocí a jóvenes religiosos y religiosas en el Líbano que daban testimonio de la alegría del Evangelio, comencé a plantearme la cuestión de la vocación religiosa. Regresé a Francia con esta pregunta y comencé a trabajar en una consultora de marketing y comunicación especializada en asociaciones, fundada por un protestante. Seguí mi discernimiento vocacional y, en el momento que conocí a las religiosas javieranas, supe que, si entraba en una congregación, iba a ser esa. Me alcanzó su forma de estar profundamente arraigadas en Cristo con una intensa vida espiritual y plenamente comprometidas en el corazón del mundo a través de diversas misiones. En 1995 dejé mi apasionante trabajo para ingresar en el postulantado.
La nueva subsecretaria será la primera mujer con voto en el Sínodo de los Obispos (Foto: synod.va / Lorenzo Moscia)
Comercio, sociología… y vela. ¿Cómo le han ayudado estos temas en
su tarea? La obra del Espíritu
Santo es unificar nuestras vidas. Dios nos llama con todo lo que somos,
nuestras experiencias, nuestros dones, y viene a purificarlos, a convertirlos.
Lo que aprendí y recibí en mis estudios me fue muy útil en mi labor pastoral
cuando tuve que gestionar equipos, iniciar y gestionar proyectos, preparar
grandes eventos como la JMJ o los encuentros nacionales de estudiantes Ecclesia
Campus, con el desafío de encontrar financiación. Durante mis estudios de
Filosofía y Teología en el Centre Sèvres, vi la necesidad de dialogar con las
humanidades y las ciencias sociales, que proporcionan una forma de descifrar la
realidad. Quería formarme en sociología para profundizar en un enfoque
teológico-pastoral que parte de la realidad porque proporciona una herramienta
de análisis de la sociedad. En mi trabajo en pastoral juvenil, me apoyé en
estudios sociológicos para comprender y descifrar mejor la cultura de los
jóvenes, su funcionamiento. La espiritualidad ignaciana me invita a conocer y
amar el mundo, a comprenderlo con distintos enfoques para discernir cómo
proclamar el Evangelio hoy. La sociología me ha ayudado a pensar y proponer
enfoques pastorales inculturados. La experiencia de navegar desde pequeña me ha
moldeado. Al animar retiros de Vie en Mer, entrée en prière, realmente experimenté el mar como un lugar fuerte de
experiencia espiritual. El mar también me dio un lenguaje para nombrar y
compartir esta experiencia, especialmente a través de la escritura poética.
Además, mi experiencia como patrón también me ha enseñado mucho sobre el
ejercicio de la responsabilidad y el trabajo en equipo. Cristo llamó a los
pescadores del mar de Galilea como los primeros discípulos; la barca es el
lugar de formación de los apóstoles, y la travesía en la tormenta prefigura la
travesía pascual.
Fue responsable de la Pastoral Juvenil en Francia. ¿Cómo es la
relación entre los jóvenes y la Iglesia? Francia es un país muy
secularizado con una sociedad plural marcada por el laicismo. La Iglesia es
pobre con cada vez menos recursos humanos y económicos, pero muy viva y también
con mucha creatividad. Durante varios años ha habido una verdadera renovación
en la pastoral juvenil con muchas iniciativas nuevas. La JMJ de 1997 en París
marcó un punto de inflexión; hay un antes y un después para la Iglesia en Francia
y la pastoral juvenil aún vive de este impulso. Las organizaciones benéficas
estudiantiles y los movimientos scout católicos
crecen. Casi uno de cada dos estudiantes pasan por la educación católica. Por
tanto, la Iglesia todavía tiene una gran área de contacto con los jóvenes.
Tenemos la suerte de tener dos lugares como Lourdes y Taizé a los que
peregrinan muchos jóvenes. Los jóvenes católicos practicantes y comprometidos
siguen siendo minoría, pero muchos jóvenes tienen una verdadera sed espiritual
y se trata de encontrar lugares y caminos para llegar a ellos. Cada año son más
los adolescentes y adultos jóvenes que piden el Bautismo. Ya no estamos en un
cristianismo sociológico y la Iglesia en Francia es un laboratorio interesante.
Estamos viendo el desarrollo de dos movimientos opuestos: cada vez más jóvenes
ya no se reconocen en una religión y, al mismo tiempo, también hay una especie
de despertar religioso. Pero las encuestas que hemos podido realizar a los
jóvenes católicos muestran que esto no pasa necesariamente por las prácticas
sacramentales e institucionales habituales. El Sínodo de los Jóvenes ha
demostrado claramente que los jóvenes quieren una Iglesia relacional y no
institucional. La puerta de entrada a la fe es la aventura mística o el compromiso
solidario y caritativo.
Hablando del Sínodo, ¿cómo evangelizamos a los jóvenes hoy?
¿Deberíamos utilizar marketing? Los jóvenes son muy
diversos y no hay una manera única de evangelizarlos. Lo que ha planteado el
Sínodo es que los propios jóvenes son los que evangelizan a otros y, por tanto,
no podemos pensar en la pastoral juvenil sin involucrarlos. De ahí el desafío
de vivir la misión con los jóvenes en corresponsabilidad, con líderes jóvenes
que deben ser llamados, formados y apoyados. Como dice el Papa Francisco,
«evangelizar no es hacer proselitismo». No se evangeliza a través del marketing,
sino con la atracción, con el testimonio. Dicho esto, vivimos en sociedades de
comunicación y consumo que impactan en la cultura de los jóvenes. Hoy la comunicación
es parte de la evangelización, es un tema de inculturación. Corresponde a los
actores pastorales discernir con los jóvenes cómo comunicarse de manera ad hoc y
evangélica para llegar a otros jóvenes, sabiendo que lo importante es ante todo
el encuentro.
Se ha especializado en sinodalidad en la Boston College School of
Theology and Ministry. ¿Por qué es importante en la Iglesia? En esta fase actual de la
recepción del Vaticano II, en nuestro contexto histórico, estamos llamados a
fortalecer y desplegar la sinodalidad en todos los niveles de la Iglesia. El
Papa Francisco lo dice claramente: es lo que Dios espera de la Iglesia del
tercer milenio. Todos estamos invitados a promover e implementar la sinodalidad
allí donde estemos. Hemos de vivir nuestra fe cristiana en este estilo sinodal
que es un estilo misionero para anunciar el Evangelio a los hombres y mujeres
de este tiempo. Se trata, en primer lugar, de dar vida a las instituciones
sinodales que no son solo el Sínodo de los Obispos o el sínodo diocesano, sino
también un consejo pastoral de la diócesis o parroquia, un consejo presbiteral,
un capítulo local, provincial o general para el comunidades religiosas,
asambleas generales y consejos de movimientos eclesiales… Es una buena noticia
que el próximo Sínodo, en 2022, tenga el tema Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión. La sinodalidad es importante hoy porque
es el instrumento clave de la actual transformación misionera de la Iglesia y
de su necesaria reforma para salir del clericalismo.
El Papa Francisco la eligió, precisamente, como subsecretaria
justo antes de un Sínodo sobre esta cuestión. ¿Qué cambios implica la
sinodalidad en la Iglesia? La sinodalidad es un
estilo misionero que es una forma de vida y una práctica marcada por la escucha
y el discernimiento. Para hacer realidad la sinodalidad en el día a día,
debemos integrar y vivir la espiritualidad de la sinodalidad que requiere
actitudes de fe y confianza (en Dios, en los demás), de escucha y humildad, de
diálogo y de libertad para buscar la verdad. Se trata de desarrollar una
verdadera cultura del encuentro al servicio del bien común, acogiendo y
respetando las diferencias con la convicción de que el Espíritu habla en todos
y de que solo podemos discernir las llamadas del Espíritu juntos en esta
escucha recíproca. Sinodalidad significa pasar del yo al nosotros,
redescubrir la primacía del nosotros eclesial,
de la comunidad, una comunidad abierta, inclusiva, que camina junta poniendo a
Cristo en el centro. Al poner a Cristo y a los demás en el centro, la
sinodalidad nos construye como pueblo de Dios.
Es la primera mujer en ocupar un cargo de este tipo y, además, con derecho a voto. Casi involuntariamente, se ha convertido en un referente para muchas mujeres… Sí, me quedé muy impresionada y conmovida con los mensajes de alegría compartida de todo el mundo. Muchas mujeres, por supuesto, y especialmente monjas, recibieron este nombramiento como propio. Pero también muchos hombres, muchos sacerdotes, obispos y cardenales, me dijeron lo felices que estaban con esta decisión del Papa Francisco y lo que simboliza: la presencia en la estructura misma del Sínodo de los Obispos de mujeres, de religiosos –no olvidemos que fui nombrada con otro subsecretario religioso, el agustino español Luis Marín de San Martín– y de laicos. Esto refleja visiblemente la consideración del sensus fidei. Me siento apoyada por las oraciones de muchos y un eslabón en una cadena abierta por muchas mujeres involucradas en la Iglesia en el campo que tengo ante mí. Me llama a vivir esta misión como un servicio humilde, conectado con el pueblo de Dios, escuchando a todos, especialmente a los más pobres y a quienes sufren.